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La pirámide invertida (I de III)

La pirámide invertida 

Vamos a recorrer la historia reciente para comprender cómo las recomendaciones dietéticas de hace unos 75 años han causado la mayor pandemia a la que se enfrenta la humanidad: la enfermedad metabólica moderna.

EL ORIGEN DE LA MAYOR PANDEMIA DE LA HISTORIA

La enfermedad metabólica moderna se podría definir como el conjunto de síndromes y enfermedades que han aparecido en las últimas generaciones (más o menos 100 años1) y que cronifican la enfermedad y el padecimiento; obligando a los pacientes a polimedicarse durante muchos años, mientras su calidad de vida empeora.
Hablamos del conocido como síndrome metabólico: hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes, obesidad, enfermedad cardiovascular…; pero también SOP (Síndrome de Ovario Poliquístico), cáncer, Alzheimer, Parkinson y un largo etcétera de enfermedades autoinmunes y degenerativas. Enfermedades, muchas veces, cuyos primeros registros empiezan en 1901 (Alzheimer por ejemplo); en otras ocasiones son conocidas desde la antigüedad (cáncer en Roma o diabetes en Egipto) pero cuyas características han cambiado (afectando a jóvenes de diabetes II y cáncer) y sobre todo su prevalencia.

Por supuesto, son muchos los factores que pueden promover el desarrollo de estas enfermedades, pero todas comparten un nexo: son enfermedades modernas; consecuencia de hábitos modernos. Y uno de los hábitos más importantes e influyentes en la calidad de vida es la alimentación2. No es que estas enfermedades no existieran antes, pero eran muy extrañas y de hecho el hipotiroidismo de Hashimoto fue descubierto en 1912, una enfermedad autoinmune.

Antes la gente moría por razones violentas (ataques, caídas) y enfermedades agudas (infecciones) o desnutrición; hablamos del homo sapiens original, hasta el desarrollo de la agricultura. Desde la expansión de la agricultura (alimentos de subsistencia) y con el comienzo del hacinamiento, a esas causas hubo que sumar muchas más enfermedades infecciosas (famosas las diversas pestes) y degenerativas por malnutrición. El punto culmen del proceso de deterioro de la salud humana se alcanzó con la segunda revolución industrial (último cuarto del SXIX) en que el abandono de los hábitos ancestrales y el hacinamiento hicieron aparecer las, aún temidas, enfermedades infecciosas como tos ferina, sarampión, tuberculosis, etc.

Desde finales del SXIX ya surgirían recomendaciones de diversos entes oficiales a lo largo del mundo; con poca o nula influencia. No sería hasta después de la Segunda Guerra Mundial que las recomendaciones dietéticas ganarían realmente fuerza; con muchos estudios que ya en los años 50 y siguientes comenzaron a desarrollarse; algunos “ad hoc” para sostener las recomendaciones, no para descubrir qué recomendar, una importante diferencia.
La primera pirámide nutricional se le atribuye históricamente a Anna-Britt Agnasäter (Fig. 1). Fue desarrollada en los años 70 debido a una grave crisis económica; y el gobierno sueco buscaba una guía para su población que respondiera a ciertos criterios fundamentales para su elaboración, como es la precariasituación económica de la población a la que va dirigida y el aporte de energía. El problema de esta pirámide fue que se dejaron de lado aspectos nutricionales clave, y colocaron en la base a los cereales y lácteos por su bajo precio y el gran aporte de energía; lo que se conocen como alimentos de subsistencia.

La primera piramide nutricional

Podemos ver claramente como la primera pirámide nutricional de la historia carecía de objetivos nutricionales y de salud; y “de tal palo, tal astilla”: las siguientes seguirían el ejemplo de esta primera.

A partir de este primer intento, se han elaborado numerosas pirámides siendo una de las más famosas y recomendadas la de la dieta mediterránea, desarrollada a partir del estudio Predimed (Fig. 2).

Piramide Nutricional

Figura 2. Pirámide nutricional de Predimed.

Pero antes de ésta tenemos que pasar por EEUU y la primera pirámide que se recomendó seguir oficialmente; que contrariamente a lo que podríamos pensar, no se debe a un grupo de dietistas y nutricionistas expertos, sino a los intereses del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos y otros lobbys.

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En 1943 y durante la gran guerra, en los EEUU se implantó la recomendación de “Los 7 básicos”. Curiosamente parece mejor que cualquier otra recomendación dietética desde entonces…

De 1956 a 1992 las recomendaciones se basaron en cuatro grupos: leche, carne, fruta y vegetales, pan y cereales.

En 1992 se publicaba la famosa pirámide nutricional del USDA (Departamento de Agricultura de los Estados Unidos). Sorprende especialmente, cómo se pasó a recomendar entre 6 y 11 raciones de pan/cereales/galletas. 

La primera pirámide propuesta por el grupo de trabajo, presentada ante los órganos internos que debían publicarla, fue rápidamente modificada tras la presión de los lobbys de la industria azucarera, entre otros. Quedando como oficial la que se ve a continuación:

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Según Luise Light, persona responsable del equipo multidisciplinar que trabajó para el USDA durante el tiempo en que se desarrolló la pirámide, los cambios impuestos en su trabajo se debieron a la interferencia de los gigantes de la industria alimentaria. Según ella la pirámide se «vendió al mejor postor».

«Cuando nuestra versión de la Guía de Alimentos regresó “revisada”, nos sorprendió descubrir que era muy diferente de la que habíamos desarrollado. Como descubrí más tarde, los cambios al por mayor hechos a la guía por la Oficina del Secretario de Agricultura se calcularon para ganar la aceptación de la industria alimentaria. Por ejemplo, la oficina del Secretario de Agricultura alteró la redacción para enfatizar los alimentos procesados en lugar de los alimentos frescos y de la tierra, para minimizar las carnes magras y las opciones lácteas bajas en grasa porque las entidades de carne y leche creían que perjudicaría las ventas de productos con grasa entera. También aumentó enormemente las porciones de trigo y otros granos para hacer felices a los productores de trigo. Las asociaciones de la carne tuvieron la última palabra sobre el color de la directriz de grasas saturadas/colesterol que cambió de rojo a púrpura porque los productores de carne estaban preocupados de que el uso del rojo para llamarle a las grasas «malas» estuviera relacionado con la carne roja en la mente de los consumidores.»

«Donde nosotros, los nutricionistas del USDA, pedimos una base de 5-9 porciones de frutas y verduras frescas al día, fue reemplazada por una miserable 2-3 porciones (cambiada a 5-7 porciones un par de años más tarde debido a una anti campaña de cáncer por otra agencia gubernamental, el Instituto Nacional del Cáncer, obligó al USDA a adoptar el estándar más alto).»

«Nuestra recomendación de 3-4 porciones diarias de panes y cereales integrales fue cambiada a 6-11 porciones que forman la base de la Pirámide Alimenticia como una concesión a las industrias procesadoras de trigo y maíz. Además, mi grupo de nutricionistas había colocado productos horneados hechos con harina blanca, incluidas galletas saladas, dulces y otros alimentos bajos en nutrientes cargados de azúcares y grasas, en la cima de la pirámide, recomendando que se comieran con moderación. Para nuestra sorpresa, en la Guía de Alimentos «revisada», ahora se hicieron parte de la base de la Pirámide. Y, en un asalto más a la lógica de la dieta, se hicieron cambios en la redacción de las pautas dietéticas de «comer menos» a «evitar el exceso», dando un pase libre a los intereses de la industria de alimentos procesados al no limitar estos alimentos “divertidos” (comida chatarra) altamente rentable que por supuesto podrían afectar las utilidades de las compañías de alimentos.»

Luise Light3
  1. Las estimaciones paleontológicas sitúan la aparición del homo sapiens como pronto hace 200.000 años, algunas estimaciones pueden llegar a los 300.000. Los últimos 100 años representan el 0,05% de dicho periodo. ↩︎
  2. Hay personas con un título universitario y una especialización médica que se atreven a afirmar que la alimentación no influye en nada; las mismas que recetan medicamentos que se absorben en el mismo tracto digestivo dónde se absorben los nutrientes. Creo que es fácil entender que igual que el medicamento se absorbe y hará su efecto, los nutrientes o los tóxicos, serán absorbidos y empleados por el cuerpo para favorecer la salud o la enfermedad… ↩︎
  3. https://www.amazon.es/stores/author/B001IR1Q8O/about ↩︎

A continuación se reproduce el artículo “La pirámide nutricional: historia de una mentira”, por su claridad e interesante información aportadas.

<<A finales de los años 70 el departamento de agricultura de Estados Unidos (USDA) encargó un comité científico para construir una pirámide alimentaria que sirviera como guía de alimentación de la población. La Dra Luise Light, de la Universidad de Nueva York, fue la elegida para su desarrollo. La pirámide se convirtió en el punto de referencia de la enseñanza universitaria de médicos y nutricionistas. La propia autora expuso de primera mano el desarrollo de los acontecimientos, que las más honrosas instituciones universitarias y científicas nunca han querido contar.

Tras revisar toda la epidemiología disponible, la Dra Luise Light remitió su propuesta a la USDA. Se trataba de una pirámide de alimentación razonable y saludable, formada en su base por verduras y hortalizas (5-9 servicios). Se incluían además frutos secos, huevos, pescado, legumbres y carne. La presencia de cereales estaba alejada de la base con una ración moderada de hasta 4 servicios, y se hacía la advertencia explícita de que los cereales no debían ser refinados, sino que debían ser siempre integrales, y los azúcares debían limitarse a menos del 10% del total. Los lácteos serían recomendados igualmente en moderación (2 o 3 servicios). La grasa en cambio formaba el 30% del total calórico, recomendándose principalmente aceite de oliva, pudiendo usarse otros aceites vegetales siempre que fueran prensados en frío y no refinados. La pirámide de alimentación propuesta por Light estaba basada en estudios que mostraban una reducción en el riesgo cardiovascular, diabetes, obesidad, cáncer y otras enfermedades de alta prevalencia, conteniendo en su mayor parte alimentos frescos y nutritivos. Pero resulta que ni el gobierno subvencionaba cultivos de alimentos frescos y nutritivos, ni la industria alimentaria vende precisamente ese tipo de alimentos…

La pirámide propuesta fue remitida a la USDA, junto con un análisis económico del precio de la cesta de la compra y del impacto en el bolsillo de los ciudadanos, calculado para ser asumible. Pero había otros intereses por encima la salud de la población. El propio gobierno destinaba miles de millones a la subvención de los mismos productos agrarios que acaban en refinados de harina y aceite, materia prima fundamental con la que la industria alimentaria americana inundaba los estantes de los supermercados del mundo entero. Es decir, el propio gobierno tenía interés en la producción masiva de cereal para su exportación con la que controlaban el mercado global, y en proteger la expansión de sus corporaciones alimentarias en el mundo. Adicionalmente, querían disimular la fuerte subida del precio de los alimentos incentivando el consumo de alimentos baratos basados en harina para disminuir el precio de la cesta de la compra.
El resultado fue que la USDA rehizo la pirámide que había enviado Light. Los 2 o 3 servicios de cereales integrales fueron subidos a una recomendación de 6-11, eliminando adicionalmente la mención de que debían ser cereales integrales. Las grasas pasaron a ser algo a evitar, residual en la ingesta energética, bajo la advertencia “usar moderadamente”. Con la nueva pirámide, la base de toda alimentación saludable pasa a ser la harina refinada. En cambio, había que tener cuidado de «usar moderadamente» el aceite de oliva. Todo con el aval de «la ciencia». Los alimentos proteicos bajaron a 2-3 servicios, mientras que los lácteos pasaron a 3-4. Light advirtió que estas modificaciones conllevarían un aumento de enfermedades graves en la población. Según sus propias palabras, nadie necesitaba comer tanto pan blanco, cereales de desayuno o pasta, y estos alimentos vacíos desplazarían otros alimentos más nutritivos de la dieta.

El gobierno trataba de justificarse alegando que las frutas y verduras eran más caras que los alimentos basados en harinas refinadas. Este argumento era particularmente capcioso, debido a que los precios los controla precisamente el gobierno subvencionando los productos agrarios que le interesa producir. Pero es aún más deshonesto y malintencionado al no tener en cuenta los costes sanitarios de las enfermedades producidas. Las décadas de la pirámide nutricional coinciden con cifras exponenciales de diabetes y obesidad, las cuales se doblaban y triplicaban en todo el mundo, en paralelo a las ventas de insulina y fármacos para el colesterol. Se llenaban los supermercados de alimentos basura, más baratos, mientras se hablaba de las «decisiones libres» del consumidor.

La industria alimentaria estampaba una foto de la pirámide en cada producto de bollería y en cada bolsa de patatas fritas. Las asociaciones de pediatras estampaban sellos y avales en productos procesados infantiles a cambio de dinero de la industria. Las universidades impartían la pirámide en la facultad de medicina y nutrición, ocultando a los alumnos el origen de la misma. Médicos y nutricionistas no hacían ninguna pregunta. La medicina asistía a un incremento exponencial de prescripciones de nuevos productos farmacológicos destinados al «control glucémico», de consumo vitalicio, alto coste, pobre evidencia, y recetados bajo razonamientos falaces de variaciones de marcadores subrogados, y no de reducciones de complicaciones y mortalidad por todas las causas. La salud de millones de personas fue dañada de forma calculada, coincidiendo una vez más con el beneficio económico de «los expertos» que establecían las recomendaciones. Hablaría del grave problema existente respecto a la impunidad legal de las «autoridades científicas», de la problemática en torno al concepto de crimen, y de Foucault. Si le importara a alguien.

«Las guías dietéticas han sido descaradamente manipuladas para beneficiar las ventas de productos agrícolas». Luise Light. >>

Bordallo. A. La pirámide nutricional: historia de una mentira. ICNS. Accesible en https://www.icns.es/articulo_la-piramide-nutricional-historia-de-una-mentira 
Copyright© ICNS Instituto

España no se quedó atrás y la Asociación Española de Pediatría está dispuesta a avalar con su sello cualquier comestible que pague la cuota, sin importar sus efectos sobre los niños…
https://www.criarconsentidocomun.com/meteos-en-la-caja-que-aqui-hay-alimentos-para-ninos-con-el-sello-de-la-aep/



Incluso si somos escépticos sobre el testimonio de Luise y otras personas involucradas en el proceso de la pirámide alimenticia, el USDA ciertamente ha tomado muchas decisiones cuestionables con respecto a las recomendaciones nutricionales. Así, cuando la pirámide fue revisada en 1995, y los profesionales que iban a publicar las modificaciones estaban bajo presión para alterar la redacción de la pirámide y decir «come menos sal y azúcar», las presiones desde el lobby azucarero triunfaron y  se aconsejó que las personas comieran menos sal, pero, simplemente, que «moderaran» su consumo de azúcar.
Y es que el lobby del azúcar tiene un gran poder en EEUU desde hace casi un siglo.

Vemos que la historia de la pirámide alimentaria es la historia de los intereses de algunos grupos de presión, nada interesados por tu salud.

Blanca, barata y mortalmente dulce

Todo empezó en 1943, cuando los productores y refinadores de azúcar crearon la Fundación para la Investigación sobre el Azúcar rebautizada a Asociación del Azúcar, en 1947; y que contaba con su propio departamento de relaciones públicas, el «Sugar Information Inc», creado en 1949.

El objetivo de esta asociación era proteger los intereses de la industria azucarera frente a las primeras investigaciones científicas sobre los efectos del azúcar en el organismo, que concluían que probablemente era peligroso.

LA BATALLA CONTRA LOS EDULCORANTES

Una de las primeras victorias del lobby del azúcar fue que se prohibiera en EEUU el ciclamato en 1970 por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA).

El ciclamato es un edulcorante entre 30 y 40 veces más dulce que el azúcar, pero mucho más barato.
Y entre 1963 y 1968, los refrescos «dietéticos», algunos de los cuales contenían ciclamato, se hicieron cada vez más populares, poniendo en jaque a la industria azucarera.

En su guerra contra los edulcorantes, la industria azucarera gastó 600.000 dólares (6 millones de dólares en la actualidad) para denunciar los efectos negativos de los edulcorantes sintéticos. La operación fue un éxito para la Asociación del Azúcar, ya que el ciclamato fue prohibido por la FDA.

LA RELACIÓN ENTRE AZÚCAR Y ENFERMEDADES

En Israel, Aharon Cohen especialista en diabetes, descubrió que de 5.000 inmigrantes procedentes de Yemen en 1949, sólo había 3 casos de diabetes. Sin embargo, entre los yemeníes que llegaron unos 20 años antes, la incidencia de la diabetes era casi 50 veces superior. Cohen concluyó que el consumo mucho mayor de azúcar entre los que ya se habían establecido en Israel fue el factor crítico responsable de la diferencia en los niveles de esta enfermedad.
Y no sólo eso: encontró que el consumo elevado de azúcar se correlacionaba también con hipertensión, hipercolesterolemia y enfermedad coronaria.

Otros científicos llegarían a conclusiones epidemiológicas y estadísticas similares.

George Campbell, físico sudafricano a cargo de una clínica especializada en el tratamiento de la diabetes en Durban descubrió que las cardiopatías coronarias, la hipertensión y las enfermedades de la vesícula biliar eran muy comunes en la población blanca local, pero prácticamente inexistente entre los zulúes que vivían en zonas rurales. En 1956, voló a Filadelfia, donde ejerció durante un año y descubrió que enfermedades en las poblaciones negras locales eran prácticamente idénticas a las observadas entre los blancos en Sudáfrica; y esto descartó cualquier factor genético.

Por último, el profesor John Yudkin de la Universidad Queen Elizabeth College, culpó al azúcar de la aparición de enfermedades cardiovasculares en su libro Pura, blanca y mortal; como era de esperar la industria azucarera se enfureció por ello; e incluso el propio Ancel Keys denigraría personalmente a Yudkin por sus teorías contrarias a las suyas.

En 1972, con la publicación de su libro Pure, White and Deadly, John Yudkin se convirtió en el primer científico en culpar al azúcar en lugar de a la grasa como una de las principales amenazas para nuestra salud. Su libro contradecía el discurso dominante encabezado por Ancel Keys y provocó fuertes reacciones y críticas; tanto de la industria alimentaria -encabezada por el lobby azucarero- como de la comunidad investigadora (subvencionada por el lobby).
Su estudio fue ridiculizado y su reputación destruida, con el resultado de que durante mucho tiempo el libro fue casi imposible de encontrar, hasta que un tal Robert Lustig, pediatra y endocrinólogo de la Universidad de California, actualizó sus tesis.

En los años 70, la relación entre la diabetes de tipo 2 y el consumo excesivo de azúcar empezaba a ser evidente. Las investigaciones llevadas a cabo por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos demostraron que el exceso de azúcar provocaba un fuerte aumento de la enfermedad, mientras que la escasez de azúcar se correlacionaba con una disminución.

La Food and Drug Administration (FDA) sugirió que un consumo superior a 35 kg por persona y año en Estados Unidos (actualmente se consumen alrededor de 40-45kg/persona/año) era suficiente para desencadenar una epidemia de diabetes.

Ante tal panorama la Fundación Internacional para la Investigación sobre el Azúcar (ISRF) se reúne de urgencia en 1975 en Montreal; y John Tatem Jr, Presidente de la ISRF, dijo a las principales figuras de la industria en ese momento, «Caen las ventas debido a la relación entre el azúcar y determinadas enfermedades”.

Empezó entonces una de las campañas de presión más amplias de la historia y la falsificación de cientos de estudios científicos. El objetivo era encontrar a alguien a quien culpar de las enfermedades modernas: este culpable sería la grasa, un alimento que hizo posible la supervivencia y evolución del homínido al homo sapiens actual…

Entre 1975 y 1980, según las notas internas hechas públicas, el ISRF dedicó unos 655.000 dólares (más de 4M$ actuales) a financiar estudios destinados a «garantizar que la investigación siga siendo un apoyo esencial para la defensa de la industria». Gracias a la potente financiación que destinaron a este fin, cada propuesta de estudio era examinada por comités formados por personas cercanas al sector, incluidos representantes de empresas relacionadas con el azúcar como Coca-Cola o los chocolates Hershey’s.

El dinero que se empleó en estudios favorables al azúcar, logró que algunos incluso llegaran a demostrar su valor terapéutico en el tratamiento de la depresión, para bajar de peso o controlar el apetito.

El objetivo era «demostrar que el azúcar es inofensivo». Para lograrlo, el ISRF creó un comité financiado con 60.000 dólares anuales (actualmente unos 300.000 dólares), compuesto por médicos y dentistas, responsable de defender la idea de que el azúcar tiene su lugar en una dieta sana.

EL LIBRO BLANCO DE LA INDUSTRIA AZUCARERA

En 1975, el lobby del azúcar publicó un libro blanco titulado «El papel del azúcar en la dieta moderna”; para combatir lo que John Tatem Jr – el Presidente del ISRF – llamó «los enemigos del azúcar”.

Para popularizar sus argumentos, los grupos de presión enviaron a la primera línea mediática a Federico Stare (uno de los investigadores que culparon a las grasas de las enfermedades provocadas por el azúcar). La Asociación del Azúcar informa de que Stare se encargó de promocionar el azúcar en programas de televisión y en más de 200 emisoras de radio.

El libro blanco fue respaldado por la FDA (Food and Drug Administration), cuyo Presidente en aquel momento, George Irving, era antiguo miembro del Consejo Consultivo de la Industria Azucarera; y por dos años fue director científico de la Fundación Internacional para la Investigación sobre el Azúcar (ISRF).

Y aunque los conflictos de intereses de Stare fueron revelados en un informe de 1976 del Centro para la Ciencia titulado «Profesores pillados in fraganti”. La apisonadora mediática ya estaba rodando y se declaró a la grasa el enemigo público (internacional) Nº1.

EL AZÚCAR RECONOCIDO COMO «SEGURO”

La administración del Presidente Nixon pidió a la FDA estudiar si el azúcar era segura. Para ello, se recurrió a los once miembros de la Federación de Sociedades Americanas de Biología Experimental.
Y sin embargo, la misión fue dirigida por el ya mencionado George Irving; con claros conflictos de intereses o al menos una trayectoria profesional suficiente para haberse abstenido.

El Dr. George W. Irving en el Consejo Asesor Científico de la Sugar Research Foundation, julio de 1967. Se le puede reconocer fácilmente en otra foto anterior.

Los documentos internos también muestran que otro miembro del comité, Samuel Fomon, había recibido financiación de la industria azucarera durante los tres años anteriores.

Además de estos conflictos de intereses, los estudios realizados presentan numerosas incompatibilidades:

  1. Las principales consideraciones del comité fueron sobre el propio libro blanco de la controvertida asociación del azúcar y otras obras de los mismos autores; no sobre estudios independientes..
  2. En el capítulo dedicado a las cardiopatías: 11 de los 14 estudios presentaban un conflicto de intereses vinculado a la industria azucarera. 
  3. Otros cinco estudios fueron redactados por Francisco Grande, amigo íntimo de Ancel Keys (defensor de cambiar las grasas naturales por artificiales y por carbohidratos) y firmó tres Edward Bierman; un reconocido “científico antigrasa”.

En enero de 1967, el comité publicó sus conclusiones:

  • El azúcar no es un riesgo para el público en general
  • La relación con las enfermedades cardiovasculares es incierta
  • La relación con la diabetes es indirecta
  • Se aceptaba que el azúcar contribuía probablemente al desarrollo de la caries dental

Pero no importa; porque incluso en lo que respecta al sector de los dentistas, la industria azucarera también ha extendido sus tentáculos y el Instituto Nacional de Investigación Dental en vez de recomendar no comer azúcar, propone tratamientos alternativos para la caries (cepillado, flúor, colutorios, limpiezas dentales, etc).

Las conclusiones del informe se dieron a conocer en los medios de comunicación y se propagaron “a los cuatro vientos”; mientras que el USDA, Departamento de Agricultura de Estados Unidos, publicó sus recomendaciones nutricionales oficiales basadas en un análisis escrito por Bierman, muy cercano a Ancel Keys. No obstante, recomendaron evitar el exceso de azúcar, sin entrar en más detalles.

Especialmente desde los años 80, los estadounidenses redujeron la proporción de grasa en su dieta y empezaron a consumir muchos más hidratos de carbono en su lugar; algo que nunca había sucedido en la historia de la evolución del homo sapiens. Desde el año 2000, los hidratos de carbono representan más del 50% de la ingesta alimentaria; en España la recomendación dietética oficial es que hasta el 60% de las calorías dietéticas procedan de los carbohidratos.

Si se estudia la evolución de la obesidad en Estados Unidos y el mundo se observa la clara correlación con el aumento del consumo de carbohidratos en general y del azúcar en concreto. Se observa una correlación clara entre la curva de la obesidad en Estados Unidos y la del consumo de hidratos de carbono.

EL LOBBY DEL AZÚCAR HOY

Los autores de las recomendaciones oficiales de 2010 del USDA citan dos notas que “demuestran” que los refrescos azucarados no causan obesidad en los seres humanos.

El primero fue escrito por Sigrid Gibson, consultora en nutrición entre cuyos clientes se encuentra la Oficina del Azúcar (Sugar Bureau), el equivalente británico de la Asociación del Azúcar y la Organización Mundial de Investigación sobre el Azúcarque (antiguo ISRF).
El segundo memorándum estaba firmado por Carrie Ruxton, que había dirigido la división de investigación del Oficina del Azúcar de 1995 a 2000.

Vemos que las investigaciones que afectan a la salud de los ciudadanos siguen en manos de los que fabrican los productos que se venden a esos ciudadanos…

La Sugar Bureau es una organización británica financiada por la industria azucarera, creada en 1964 para mejorar «el conocimiento y la comprensión de la contribución del azúcar y otros carbohidratos a una dieta sana y equilibrada».

En 2003, la OMS intentó emitir una nueva recomendación, afirmando que los azúcares añadidos no deben representar más de 10% de las calorías absorbidas. Esto es 40% menos de lo que se cree que consume la media de los estadounidenses.
A consecuencia de esta recomendación, el entonces Presidente de la Asociación del Azúcar, Andrew Briscoe escribió al Director de la OMS para advertirle de que «animaría al Congreso estadounidense a cuestionar la financiación futura» de la OMS.
Así mismo, los senadores Larry Craig y John Breaux, copresidentes del Comité de Edulcorantes del Senado, escribieron al Secretario de Estado de Sanidad, Tommy Thompson, con el fin de impedir que el informe de la OMS se convirtiera en la posición oficial. 

De todas formas, el informe de la OMS no influyó en las recomendaciones dietéticas estadounidenses de 2004.

Andrew Briscoe

La industria con todo su poder no permitió que el azúcar y cualquiera de sus versiones (lácteos, cereales, legumbres…) sucumbiera ante la evidencia científica; y “repitiendo las mentiras más de mil veces” lograron que al final la mala de la película fuera la grasa, un nutriente esencial para el ser humano.

Además para terminar de rematar a la grasa, en pro del azúcar, un famoso nutricionista estaba a punto de facilitarles la tarea, al señalar un culpable ideal relacionado con las enfermedades cardiovasculares: Ancel Keys y su estudio de los 7 países.

Y así se explica, al menos en parte, el diseño de la pirámide nutricional estadounidense; y basadas en ella, todas las demás.

CONTINUARÁ….

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